Cerrando los ojos te percibo
Siento tu aliento cálido en mi boca y el angustioso latir de tu pecho
Las alas fueron pianos viejos y ya no importa quién las toque
Mi angustia encara tu imagen como cada noche.
De la calle salió el pecado y este se sintió tan bien en mí que me arrincono
Me acobardo y se escondió
Escupió mi rostro y se burlo de mi estupidez
Fue larga la noche en que inhale toda la mierda que el mundo exhalo
Fue delicioso el instante en que odié
Y la sensualidad del cielo me obligo a romper el techo
A romper el lápiz
A romper las piernas
Y a cortar un pedazo de deseo
No es cierto no es gracioso
No me hace reír el mundo ni el acero, ni el metal ordinario
De nuevo pisaron mis pies
De nuevo llore al no poder dibujarte
De nuevo lloro al no poder odiarte
Más basura. Hoy volví a las hojas
A las que cortan sudan y extrañan
A las que me pisan, te ahogan, te extrañan
Te inhalan, te desarma a formas distantes
A sonidos que parecen caber en el silencio
A las cartas que no escribo, a la vida que conservo y a las tintan que no marcan
Acéptalo, todos aceptamos todo y está bien
Todos encaramos al viento con mascaras.
A 75 grados me perdí del inicio,
De los versos y la métrica no recuerdo nada,
De los besos refrescantes me deleito,
Y de los lápices rotos me burlo.
Hoy miro a tu cielo abierto de nubes,
Escandaloso y prepotente,
Rozo las yemas de mis dedos,
Palpo tu cuerpo, habitando en mis manos, habitando en ti
Saliendo del estuche vomite tu alma, cree tus senos y arme tu cielo
Reafirmando tus formas, tus sonidos y tus cartas
Camilo Orjuela
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