domingo, 31 de julio de 2011

Diastoles

No es que me guste estar triste, es que siempre que lo estoy, me pasan cosas rarísimas, siento que la cara se me llena de punticos blancos, la boca empieza a temblarme un poco, y los ojos, los ojos son lo que más raros se ponen, empiezan como si estuvieran cansados de imaginar sin ver, y sudan, y el sudor de ojos empieza a bajarme por las mejillas y al paso q bajan van dejando un caminito, la respiración se pone difícil, y yo me limpio rápido los ojos, pero el sudor sigue saliendo con cada tristeza, con cada recuerdito de esos que huelen a feo, cuando estoy más triste a veces los ojos se cansan mucho y sudan a chorros, la cara se me inflama toda, las manos se llenan también de esos punticos blancos y la respiración se termina de joder, y no es que me guste estar triste es que siempre que lo estoy me pasa esa cosa rarísima, y yo veo que la gente me mira cómo “y a este que le paso, parece como si un millón de recuerditos mal olientes se le hubieran cagado encima”, y a mí ni me importa yo lanzo un insulto al aire, y. mierda que no quiero estar más así, que ya me duelen los músculos de los ojos y extraño el diástole tranquilo. Y la gente pasa y repasa mi cara inflamada, como buscando entre mis poros cada metro recorrido, cada mentira de esas que hoy por hoy se escuchan en todas las esquinas.
Hoy aquí, mientras hablo con un par de personas que me conocen, me volvió a pasar lo mismo cada letra del teclado esta mojada de sudor de ojos, cada espacio de mi cuarto respira más fuerte, hace mucho deje de ser un ser independiente,  y si yo fuera literatura  sería algo bien triste, algo como…:

Pasos, caminos, noches, arena, un pedazo de cielo a las tres de la tarde, she is like a rainbow. Arcoíris sin magia y estrellas cansadas, envidiosas, noches con la luz en la cara mientras el sudor de mis ojos se revuelve con mis palabras húmedas, mis palabras muertas, mis silencios rotos, un personaje sin nombre (porque no quiero repetir el nombre de siempre) personajes con rostro, ciudades sahumerios, zapatos cansados de recorrer caminos de marcar compases y de escapar del tedio, lugares comunes, mil lunas ya vistas, estrellas pedantes, punzantes y envidiosas. Cigarros pequeños, palabras humeantes, caricias de siempre, lengua, saliva y labios, perdone usted pero voy a morderle el labio de arriba hasta que sangre (y dos días después le arda), perdóneme en realidad, yo esta noche dormir afuera, cantare a la luna como un idiota, me sentare en la arena (no de la playa) y me revolcare un rato luego la soplare de a pocos, acariciare un gato, perdóneme de nuevo porque la espiare mientras duerme, saldré de nuevo y me subiré a un árbol, desde allí bajare hecho un idiota total con el cuerpo lleno de puntos blancos y un millón de recuerdos malolientes  cagándose en mi cara.

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